La Forma del Agua (Review)
Contraste, dicotomía, dualidad. Esta historia es una constante contraposición de conceptos. Como un lápiz dentro de un vaso de agua, que parece que está partido por culpa de la refracción, mostrando dos ángulos distintos. La pregunta es: ¿Y ahora quién quiere beberse ese vaso de agua lleno del grafito de la mina? Qué asquito.
La Forma Del Agua (2017) (Romance, Fantástico, Años 60) [Frutas del Bosque]
Un topicazo de historia y la originalidad por bandera.
Estados Unidos, Guerra Fría. En plena Carrera Espacial, en un laboratorio del gobierno, se empieza a experimentar con un híbrido entre pez y hombre. Una chica muda que trabaja en el equipo de limpieza se topará con él y saltarán chispas. Menudos inconscientes, jugando con electricidad dentro del agua.
La historia no es nada que no nos hayan contado mil veces. Lo del "monstruo x" y el gobierno de estados unidos queriendo estudiarlo por la fuerza si hace falta, es E.T. sin ir más lejos. La parte del romance hubiese sido bastante perturbador si también estuviese en E.T., pero no es un romance fuera de lo común.
Sin embargo la película se siente absolutamente original por un diseño de producción que sólo podía ser de Guillermo del Toro, por unos tintes de espionaje y suspense fenomenales, por juntar estos dos clichés sacando algo nuevo de la mezcla.
Una bellísima canción y un estridente despertador.
La banda sonora es agradable y relajante, acompaña a la perfección. Nos mece con un delicado silbido cual canto de sirena para ser interrumpido por una desagradable alarma que nos devuelve a la rutina. Hay que levantarse para ir al trabajo.
Sueños y fantasía vs. Realidad
Como decía, el diseño de producción es algo fuera de lo común, y sigue la misma línea. Escenarios humildes pero cálidos e instalaciones magníficas frías y desprovistas de humanidad. La película nos habla a través de lo que vemos, como el vestuario: la ropa que llevan los personajes sirve para decirnos sin palabras cómo se sienten, colores vivos o apagados, calientes o fríos,...
Un reloj diminuto y un instante descomunal.
Las interpretaciones son sensacionales. Sólo pensadlo: la protagonista es muda y el sireno está sepultado en maquillaje y prótesis. Y a pesar del hándicap que podría suponer para su actuación, consiguen ser increíblemente expresivos, resaltando otros recursos del arte dramático, como las manos o la boca.
Una inocente mujer y un monstruo salvaje.
Y para los que conozcáis al director, sabréis cuánto le gusta exponer a sus criaturas, que nunca faltan. ¿Sabéis esas películas en las que el monstruo aparece sólo al final y en entornos oscuros y nocturnos? Pues nada más lejos. El tritón es mostrado sin pudor alguno, porque se ve increíble. Es la ventaja de las prótesis y el maquillaje; son mucho más laboriosas, pero como son reales se ven de lujo.
Monstruosidad aparente y monstruosidad evidente.
Los personajes son todos extraordinarios, pero el villano se lleva la palma. Cada vez que aparece roba la escena por completo, como si sólo estuviese él y los demás fuesen monigotes de cartón. Le desprecio a más no poder, pero he de admitir que ese condenado tiene carisma (aunque le faltan dos dedos de frente).
Audrey Hepburn en la portada de un libro y el drama del telediario.
A veces es un poco cursi, y para que lo diga yo... Tiene diálogos tan exagerados que parecen caricaturas, personajes llevados a un extremo que se alejan por completo de la realidad (quiero pensar), escenas un poco absurdas,... Pero todo ello forma parte de esa atmósfera de fábula que te envuelve como una manta calentita en un día lluvioso.
La bella y la bestia
Al final, dentro de tanta disparidad encontramos la armonía, que siempre estuvo ahí para le que supo verla, porque el lápiz nunca estuvo roto.
CALIFICACIÓN: A