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¿Cual es el mejor universo fantástico para nacer... sin poder escoger quien serás?

Ahora que sabemos que la respuesta a la vida y al universo es 42, la única cuestión filosófica que queda sin resolver en el mundo es esta. Se dice que Platón se retiró del mundo de la filosofía al verse tan superado por la complejidad de esta pregunta. Probablemente sea muy arrogante por mi parte intentar buscar la respuesta.


El quid de la cuestión reside evidentemente en que tú no puedes escoger quién vas a ser, como en la vida real. Porque si se pudiera escoger en este mundo, lo más seguro es que yo fuera Paul Newman.



Pudiendo escoger tus circunstancias, el mejor universo es el que más te guste. Si por ejemplo fuese el de Harry Potter, nos gustaría ser un mago o bruja, estudiante de Hogwarts, poderoso y atractivo, ya que estamos. Por no hablar de que el Quidditch se nos daría de vicio y seríamos una leyenda por nuestras proezas luchando contra las fuerzas del mal. Eso suena bastante apetecible, ¿no?



Pero si no podemos escoger... ¿Harry Potter sigue siendo una opción igual de buena?


En teoría, el mundo de Harry, es el nuestro, pero como somos muggles no lo sabemos. Si naciésemos en ese mundo lo más probable es que fuésemos unos asquerosos sangre sucia. No lo neguéis, las probabilidades no juegan a nuestro favor.


¿Acaso hay alguna realidad ficticia en la que siempre vayamos a tener acceso al máximo potencial de ese mundo?


Supongamos que ser el Presidente de los Estados Unidos fuese lo mejor que se podría ser en nuestro mundo. O el ganador de un Premio Nobel, o un deportista de élite. Hay que nacer con ciertas características para que eso sea posible. Yo quería ser jugador profesional de béisbol...



Pues esa es la pregunta, os invito a que penséis en vuestras historias fantásticas favoritas y veáis qué probabilidades tenéis de llegar a ser lo más guay del Paraguay.


Hay opciones que descartamos rápidamente, como Juego de Tronos o Mad Max. Ni los mejores viven bien en esas historias. Star Wars me entusiasma pero no lo escogería ni aunque fuese el último universo de la fiesta: ser un Jedi es casi imposible y lo más seguro es que aparezcamos en un lugar tan acogedor como Tatooine.


Lo normal es que si no eres un elegido, o bien no seas mejor que lo que eres ahora mismo, o seas algo todavía peor, lo cual en mi caso estaría complicado. Pero, aunque parezca imposible, he encontrado dos realidades ficticias fantabulosamente perfectásticas:


Pokemon


Puede sonar absurdo, y ciertamente lo es, pero eso no quita que sea cierto. Todos lo conocemos, pero por si alguien no, los pokemon son criaturas con poderes especiales intrínsecos a la especie que pertenezcan. Viven en perfecta convivencia con los humanos. Tanto es así que el mundo está construido en torno a este vínculo entre humanos y pokemon.


Estos seres se hacen más fuertes luchando entre ellos y los humanos hacen de entrenadores, buscando a través de la cooperación fortalecerse mutuamente. Los pokemon tienen voz y voto, si quieren dedicarse a otra cosa que no sea el combate pueden hacerlo perfectamente. Debido a sus capacidades únicas pueden integrarse en la sociedad cumpliendo el rol que prefieran y que más encaje con ellos, o permanecer salvajes.



En teoría, lo mejor que uno puede llegar a ser es el Campeón de La Liga Pokemon, a priori, el entrenador más fuerte de la región correspondiente. Y la clave está en que cualquiera puede llegar a serlo. No importa quién seas, ni qué pokemon tengas, lo único que te separa de tu meta es el esfuerzo y las ganas que tengas de conseguirlo.


En los videojuegos esto no es exactamente así, pues hay criaturas que matemáticamente es casi imposible que prevalezcan sobre otras. Pero en la serie, Pikachu, que en el juego es, a nivel de fuerza, un pokemon mediocre, logra vencer a oponentes que en el juego no podría. Y todo porque el vínculo entre Ash y Pikachu es irrompible, nunca dejan de entrenar y jamás se dan por vencidos.



Además de esto, para cualquiera que desee otro estilo de vida, como ser un sanador de pokemon, panadero, periodista, arquitecto, o lo que sea, puede conseguirlo. Sólo tienes que quererlo y perseguirlo.


Un mundo de paz y amistad donde todo es posible. Y lo más importante... Aquello con lo que todos hemos soñado... ¡¡No hay cole!! A los 11 añitos te regalan un pokemon, una pokedex y te invitan a viajar por el mundo a crecer como persona. No sé vosotros, pero yo lo tengo claro.




My Little Pony


Sip, habéis leído bien. My Little Pony: Friendship Is Magic. Ya he hablado a cerca del porqué me flipa esta serie, pero no expliqué el funcionamiento del mundo en el que se desarrolla.


Existen tres razas de ponis: ponis de tierra (normales), pegasos (con alas) y unicornios (con cuerno y capacidad de usar magia). El máximo potencial sería ser un Alicornio (combinación de las tres) porque automáticamente te convierte en princesa, y un servidor siempre ha querido ser una princesa.


Pues aquí no es posible para todo el mundo llegar a ser princesa.

¡Pero no os preocupéis! Joe, hay que ver cómo sois. ¡¡Locos!! Se acabó. ¡¡¡Fuera de mi casa!!!


En esta realidad alterna ocurre algo fascinante que no me cabe en la cabeza: las tres razas se consideran como iguales. Si bien es cierto que dan una explicación del porqué, se me hace imposible no pensar que tendría mala suerte si naciese como un poni de tierra. Son exactamente iguales excepto porque no pueden volar o hacer magia.

Peeeeero ellos no piensan así. Por algún motivo no pierden el tiempo teniendo envidia los unos de los otros y simplemente viven felices siendo inferiores. Es algo que se me escapa, pero es evidente que al nacer allí, pensaría como ellos, así que no me supone un problema (sobre todo porque sólo "pierdo" una de cada tres veces jejeje)


Supongamos que la clave aquí no es sólo ser el mejor, sino llegar a ser feliz. Pues aquí hay algo que facilita mucho el pequeño problema de la felicidad: Las Marcas de Belleza.



Las marcas de belleza son unos símbolos que le aparecen a la gente en el cuerpo  durante la niñez. Es una especie de tatuaje que mágicamente se revela cuando comprendes tu destino, y adquiere una forma que lo represente. No es una imposición. Cuando descubres qué es lo que quieres hacer con tu vida aparece para decirte que si quieres explotar tu potencial al máximo esa es la opción. Tu talento por así decirlo. Pero nadie te obliga a dedicarte a eso, y lo puedes interpretar como quieras.


Lo que esto significa, damas y caballos, es que antes de tener que enfrentarnos al mundo, todos sabemos qué es lo que queremos y a qué debemos dedicar nuestros esfuerzos. Por no decir que todo el mundo tiene la capacidad de ejercer su profesión. 


Trabajar en lo que más te apasiona no significa que matemáticamente vayas a ser feliz, pero no es un mal comienzo, ¿no?


Y a todo esto hay que añadirle que es un mundo súper guay lleno de magia, criaturas mitológicas y mucho color rosa. ¿Que la vida no es de color de rosa? Pues aquí sí, pringao.



Así que ahí lo tenéis. Os reto a todos a que encontréis opciones mejores que estas. No dudéis que si de verdad encontráis algo así de chachi lo pondré en la lista dándoos el crédito que os corresponde.



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